Jugando a ser felices
Año 2010, 10 de septiembre, esta es la historia de Cristian Gonzales, un chico aturdido por lo que es el mundo en este entonces, donde las influencias familiares ya no parecen importar, y la educación empieza por las calles. Pero no es donde queremos estar en realidad, esta historia va mas atrás, retomando el año 1990, en la ciudad de buenos aires, donde Daniel Cabrera, un chico de tan solo 5 años, aprendía educación en su casa, pero de la peor manera.
Daniel cabrera es un chico que no tubo la mejor de las infancias, tubo un nacimiento en el cual no vio el rostro de su padre, y hasta el día de hoy no lo vio, solo pudo ver y tratar de entender a una madre que le daba la libertad necesaria, para que la deje a ella ser feliz, buscar una nueva pareja, y poder saborear el éxito. Fue criado mayormente con sus abuelos i familiares cércanos, conoció las calles y también las advertencias sobre lo que si se debe hacer y lo que no, claro… según la costumbre familiar, tubo amigos y ya que la economía no andaba muy bien, tubo que salir a buscar su propio alimento tan solo a los 9 años, cuando ya podía contar el vuelto que le daban en los kioscos ó almacenes, como a la mayoría de los niños les pasa, tener que salir a buscar su adultez a una temprana edad, saliendo a lustrar botas y enfrentando la vida todos los días, el solía pensar y decir : “el salir de mi casa y ver el sol, es algo tan feliz para mi”, claro… por la simple lógica que así llueva tenia que trabajar igual en las calles, estaba en el punto considerable de un adolescente que no sabe para donde ir, se encuentra encerrado y siempre mira al sol, nuestro amigo el orientador. A Daniel le provocaba pudor el hecho de salir a lustrar botas, o pedir moneditas en las calles, pero aun así lo asía, porque el sabia que siempre! Había algo peor, y definitivamente esto no era lo peor que conocía, lo peor para el era llegar a su casa, ser objeto de descarga para su padrastro, un borracho desconsolado, para Daniel poder encontrar la paz afuera y entrar ahí, en ese lugar tan negativo, tan lleno de ira, con tantas voces altas diciendo cosas que no ayudaban mucho a la armonía, era pasar a otra vida, era como entrar al mismo infierno, recibir golpes porque las monedas que el con cansancio había podido juntar, no alcanzaban para la cajita de vino que su padre quería.
Daniel soporto todo lo que pudo, pero cuando llego a los 13 años de tanto maltrato, noches sin dormir, ni mucho menos, una gota de ese “amor” que tanto se escuchaba entre la gente, como si fuera algo cambiante, una esperanza de vida, algo que podría dar la felicidad que el necesitaba, decidió buscarlo, salir a buscar ese “amor” a pesar de que tenga que dejar a su familia atrás, la cual no le dio mucho, pero le dio lo que pudo. Su viaje empezó de un barrio al otro, buscando nuevos caminos y durmiendo en las frías calles, pidiendo alimentos en restoranes o bares, y siempre la tentación de un pan gratis al alcance de la mano parecía ser muy grata, pero recordaba las palabras de su abuelo que le decía “el que roba la tiene gratis, pero no tiene de que sentirse orgulloso, nunca va a llegar a ser “algo” en la vida si no se esfuerza por tener lo que quiere”. Como ya podrán notar… su abuelo, era un pensador, alguien que se paraba a pensar lo que hacia y tenia los puntos bien en claro, alguien sabio por decirlo de un modo abreviado, Daniel pudo notar ese don o cualidad excesiva en su abuelo y supo aprovecharla, escuchando y memorizando cada palabra que salía de su boca. Siguió adelante por el camino que le enseñaron, ser bueno, sin saber si lo que era bueno en realidad era malo, o lo malo en realidad era bueno, no sabia quien era en realidad, si era lo que la gente pensaba que el era al verlo vagar por ahí, o si era quien el pensaba que era al conocerse mejor, solo sabia que tenia que estar ahí, y seguir adelante sin escuchar las voces en sus costados susurrando descripciones sobre el nada alegres, ver gente poca piadosa, que al verlo venir alejaba su mirada y su presencia del lugar, el fue amoldándose, a esa sociedad tan llena de nada, fue cuidándose en las calles, fue perdiendo la libertad que sentía de si mismo sin darse cuenta, el miedo lo fue opacando y la vergüenza lo oscureció, siguió camino por las sombras, hasta que una noche vio un grupo de adolescentes caminando por la calle a la media noche, al parecer iban a disfrutar una de sus mejores noches, la sonrisa en sus rostros lo decía, los veía tan contentos, tan llenos de vida, alegría y coraje, que el decidió seguirlos, para saber donde se dirigían, los vio entrar en una casa enorme, donde se escuchaba sonar una melodía bastante aturdida, al pasar esos chicos las puertas de esa casa, su motivación se alejo de el, y la puerta se cerro, el se vio afuera en la calle de nuevo alejado de todo, y volvió a su rincón. Al otro día bien temprano, al amanecer salió a buscar cartones o botellas para vender, y se encontró con Albert, un anciano extranjero de estados unidos, el cual pensó que en argentina habría trabajo, y se encontraba en las mismas situaciones…, Daniel le empezó a hablar y al ver que Albert no se intimidaba ni se alejaba sintió confianza y caminaron juntos por un par de horas, Albert le enseño la zona, ya que Daniel no la conocía muy bien, y era nuevo por ahí, al llegar a un cierto punto de la charla llego la pregunta de Albert: y vos Daniel… como terminaste acá? Daniel le respondió contándole una historia, la historia de sus principios, le conto detalle por detalle y no se callo nada, por fin después de tanto tiempo volvió a sentir esa compañía que el pensó, solo su abuelo podría darle. Llegando la noche, Albert lo invito a descansar en un refugio que el tenia, al llegar a ese refugio, pudo observar varios niños y niñas jugar, adultos y adolescentes charlando pacíficamente, lo tomo como un hogar a su estilo, a la posición en la que el se encontraba, era lo mejor que le había pasado durante tanto tiempo.
En ese refugio, Daniel comenzó una nueva vida, conoció a Ignacio, mateo y candelaria, quienes iban a ser sus nuevos amigos, todos adolescentes rodeando la edad de Daniel, que en ese tiempo estaba a 2 meses de cumplir 15 años, todos los días salían temprano hablando y riendo, de historias y anécdotas graciosas para muchos, o simplemente reían por lo que veían, era un grupo de buenos chicos, la gente los conocía y los aceptaba, se sentía como en una casa enorme, donde todos eran hermanos y amigos al mismo tiempo, podía sentirse bien, y Daniel creyó encontrar la felicidad y el amor que salió a buscar, se sentía entero, lleno, sin nada que buscar y mucho que perder, pasado 2 meses de su estadía llego su cumpleaños, los abrazos y felicitaciones llenaron de lagrimas los ojos de Daniel, pudo sentir la confianza de llorar ante ellos, sin importarle demostrar debilidad o cariño, pudo sentir que encontró una luz en el camino oscuro.
Al otro día, el 22 de marzo del 2000, Daniel salió como todos los días a juntar cartones y botellas para subsistir, cuando vio a mateo con dos nuevos amigos, Diego y José, no parecían ser muy bueno, tenían pelo largo, pero no lo mostraban, lo envolvían bajo sus gorras, vestían de negro y tenían un cuchillo tras su cintura, vio a mateo darles plata, y diego le dio algo a cambio en una forma extraña i misteriosa, luego se despreocupo, siguió su camino, a la tarde tomo un descanso en un bar donde siempre se juntaba, porque desde adentro se escuchaba una canción que decía: “Mañana va a ser un gran día te lo digo yo, nos vamos a mirar las caras entre todos, el norte no va a estar arriba va a ser todo sur, ya no van a sangrar las manos de esos pocos, ya no hay dolor! Ya no duele y no va a doler”, estas tan simple palabras parecían llegar como una flecha encendida directo al corazón de Daniel, le recordaba todo su pasado del cual el quería escapar, lo hacia sufrir pero le daba una esperanza única, mas que cualquier frase armada en el momento, lo hacia seguir adelante.
Esa tarde llego al refugio, estaba todo bien, fue a hablar con sus amigos y solo encontró a Candelaria, a quien le pregunto por Mateo e Ignacio, y ella le contesto: “esos dos están en cualquiera, deben estar afuera”, esto llamo la atención de Daniel, fue a buscarlos, y los encontró drogándose, el se quiso ir, pero Ignacio que estaba mas cerca lo alcanzo y lo amenazo de muerte si contaba a alguien del refugio lo que vio, Daniel no quiso dormir esa noche dentro, se fue al ver que lo que parecía blanco se fue agrisando poco a poco, al otro día volvió, durmió ahí, y a la semana se entero que Mateo callo preso por robo a mano armada, Ignacio andaba asustado, con la mirada atenta, la cabeza gacha, casi escondiéndose, no quería hablar con nadie, y seguía haciendo lo mismo que Mateo le había dejado enseñado, drogándose para tomar coraje y hurtar, la encarcelación de Mateo trajo mucha discordia al refugio, los adultos se echaban la culpa unos a otros, parecía una pelota de problemas con la que jugaban al hándbol y hacían un pasamanos en forma de estrategia para poder salvarse del peso que la misma tenia, todo trajo muchos griteríos, malas miradas, desconfianzas, entre saber quien trajo la droga a ese lugar, el problema de la droga se hizo cada vez mas complejo, niños de los mas chicos del lugar empezaron a consumirla, Ignacio y Albert habían abandonado el lugar, y ya tocaba la hora de Daniel, el no aguantar y volver a sentir como la vida todo se lleva y todo lo trae una y otra vez, obligo a Daniel a retirarse y buscar caminos que lo lleven a la verdadera felicidad, a la que hacia sonreír por siempre, y no solo por unos meses. Daniel camino y camino… llego a la estación de trenes, subió a un vagón de carga, y dejo que el camino lo llevara, apoyo su cabeza contra el piso del vagón y se dejo dominar por el sol en su rostro, la briza de viento, el ruido de la locomotora, y el silbido del viento acariciando con fuerza el hierro fruncido en la punta del vagón, luego de 30 minutos al escuchar la bocina de aire, despertó abrió sus ojos y ya se encontraba en un lugar lejano a donde empezó, no sabia exactamente adonde estaba pero sabia que ya no estaba donde no quería estar. Al descender del tren, encontró a una mujer que lo miro y le sonrió, Daniel al ver que le sonrió fue a preguntarle, en donde estaba, ella contesto en rosario, de donde venís? De buenos aires contesto Daniel, con una introvertida sonrisa en su rostro, que no explicaba mucho el porque de su sonrisa, solo hacia notar su alegría, luego de escuchar que estaba en rosario y ya no mas en buenos aires, solo opto por correr i saltar de alegría en donde estaba, pensaba: deje todo atrás por fin! Es mi nueva oportunidad de empezar una nueva y mejor vida, acá nadie me conoce, solo yo, y puedo hacer que la gente me haga ser quien yo quiera. Expresaba con alegría todo lo que sentía le era imposible no tener la esperanza de que iba a poder ser lo que su abuelo siempre quiso para el, a pesar de que no supo mas nada de su abuelo desde la partida de su casa, el lo recordó siempre y lo mantuvo vivo en su memoria como una buena persona, y lo mantenía con esperanza la idea de que conoció a su padre como persona, y conoció a su abuelo y fueron totalmente diferentes, el pensó que uno es lo que uno quiere para si mismo, y uno es lo que uno demuestra para la sociedad, asique el no tendría porque ser igual que su padre, alguien tan arrogante, con tan pocos argumentos para expresarse de la forma que lo hacia. Daniel con su plan de comenzar una nueva vida, decidió encarar a la vida de otra manera, de una manera mas positiva de la que lo hizo antes, ser mas sociable ante las personas, abrirse mas, i no callarse por vergüenza, le fue bien, se hizo conocido en un lugar, tenia donde dormir, trabajaba día y noche y las personas lo observaban hacerlo, esto llamo la atención de Raúl, un carpintero del barrio, quien le ofreció un hospedaje, a cambio de trabajar como ayudante en su carpintería, y así lo hizo, acepto el trato, tenia un techo que detenga las gotas heladas de la lluvia, unas paredes que detengan el frio viento de las noches, una almohada reconfortante con la cual consulto mas de mil ideas, y lo mejor para el, una compañía, trabajaba día y noche, hasta que un día una chica de pelo oscuro claro, ojos marrones brillosos, dientes sumamente hermosos, y una simpatía que solo dios le pudo dar, se acerco a la carpintería para hacer un arreglo en un mueble que ella tenia, el la atedio anonadado casi sin saber que decir, con un temblor en su garganta, la vergüenza le gano otra vez, supo controlarse, disimulo cuanto pudo, y diciendo: su nombre señorita? Barbará Refojos, aclaro ella, arreglo una fecha para que venga a retirarlo, el sabia que esa fecha seria su ultima oportunidad de llamar la atención de esa muchacha, y así fue, ella volvió al local en busca de su mueble, el le mostro el mueble, y como quería mas tiempo ofreció llevarlo el mismo hasta su casa, ella acepto con seguridad, fueron hablando en el camino, desde hace cuanto que trabajaba ahí y donde vivía antes, la edad de ella, si era casada o viuda, fueron las palabras mas cortas, los 20 minutos mas cortos, y la charla mas entretenida de su vida, logro llamar la atención de esa chica, tanto que ella pasaba todos los días por la carpintería para saludar, hasta que el la invito a salir, salieron se conocieron y Daniel no podía evitar pensar en ella, se sentía querido, alguien le prestaba atención, y a ella lo admiraba el tipo de persona que el era. Daniel se dejo llevar por sus ideas y la mirada de esa chica que lo atraía cada vez más, fue así como fueron conociéndose, rieron juntos, tomaron algunas copas, y entre palabra y palabra, un beso se genero, un cruce de miradas, unas palabras tan cercanas sin coherencias, hizo estallar el choque entre sus labios, el principal motivo de su desenfrenada pasión, al otro día Daniel estaba como nadie, se sentía en la sima del mundo, tras ese beso y la certeza que tenia en que ella permanecería a su lado, pudo recordar su pasado con una sonrisa, pasaron los días, el amor de el crecía y crecía, pero la inseguridad de ella cada vez se hacia mas grande, no estaba segura de lo que en realidad quería, no sabia si era el lo que buscaba o solo buscaba algo del momento, Daniel se enamoraba, pero no sabia que Barbará tendría otras opciones, Bárbara quiso salir sin lastimarlo, pero ya era tarde, la inseguridad de ella se notaba en sus besos, en su mirada que ya mucho no brillaba, y Daniel empezaba a desconfiar, Bárbara no supo mantener su inseguridad y curiosidad por esa otra persona, y termino enredada con Jonatán Gonzales, Daniel no sabia, la mentira duro 2 meses, Bárbara seguía fingiendo, actuaba tan bien que Daniel no notaba su disimulación en la cama, Daniel nada lo notaba, segados sus ojos dejaba que solo Bárbara viera, por el y por ella, confiaba su vida y su camino, se sentía como en el edén, a los 2 meses la mentira se transformaron en lagrimas, Daniel ante la opresión en su pecho y la falta de aire solo se marcho, busco otro lugar adonde ir, busco otra vida, se sentía en un pozo oscuro i tenebroso, todo se le volvió negro de repente, no podía entender como algo tan lindo traía tantas cosas malas, que era lo que había hecho mal, el pensaba en lo que el hacia para ella, pero no lo que hacia para el mismo, entendió por fin que lo que hizo mal fue confiar su vida, que no pudo haberlo hecho mejor para ella, pero si mejor para el, se sentía vacio, abandono su trabajo y se fue a otro barrio, busco otro trabajo , lo encontró alquilo una pensión, y Bárbara por otro lado se sentía culpable, perduro con Jonatán, a las 2 semanas se dio cuenta que estaba embarazada, y presentía casi segura que era de Daniel, prefirió decírselo a Daniel pero no a Jonatán, Daniel se entero por una carta, todo cambio para el, tenia un autoestima tan baja que decidió no prestarle atención, el solo pensaba en que no podría darle una mejor vida a una persona que la que a el le dieron, se olvido de todo lo aprendido y solo respiraba, y dejaba la vida pasar, Barbará al no recibir respuesta alguna comento a Jonatán lo sucedido pero no todo, no comento acerca de que el niño que esperaba no sabia si era de el, si no de Daniel, Jonatán se hizo cargo, parecía un buen padre, con el tiempo y los problemas se volvió alcohólico, abusivo y golpeador, nació Cristian Gonzales, los padres de Barbará no aceptaron la estadía de una persona como Jonatán en su casa y tuvieron que marcharse, Cristian creció, intentando encontrar su lugar en el mundo a pesar de la situación que vivía en su casa, tubo amigos desde mas chico que su verdadero padre, con los cuales jugaban todos los días, Daniel, apareció un día frente a Cristian sin saber cada uno de ellos quien era el otro, Daniel estaba con su esposa, melina fasciolo, mientras Cristian hacia un juego extraño con sus amigos que despertó curiosidad en Daniel, ellos jugaban a ver quien hacia reír mas al otro, un juego sano al parecer, Daniel se acerco para preguntar, de que se ríen, no distinguía que era un juego, ellos todo lo que contestaron fue, “estamos jugando a ser felices”.
Daniel miro a su esposa, ella le sonrió, y entendió que ella era su felicidad, que solo la vida te da lo mejor cuando menos lo esperas, y que con el paso del tiempo, las personas pueden ser felices, que uno no vive lo demasiado por pararse a pensar, solo supone y nunca se atreve, sin saber… que Cristian como se reía ahí, en su casa no podía hacerlo, y que parte de su felicidad estaba frente a sus ojos en ese niño que nunca pensó encontrar.